La señora Urdangarin e hija menor del Rey recibe 90.000 euros por parte de la Caixa, entidad para la que sigue trabajando en la actualidad como directora del Área Social de la Fundación la Caixa. Las cuentas de la obra social son una engañifa, no obstante según su publicidad dice ser “el alma de la Caixa” y su razón de ser. Una cosa es lo que se dice y otra muy distinta lo que es. La Obra Social de la Caixa, en estricta realidad es un órgano disfrazado de hada madrina que precisa de un recubrimiento de distinción para disimular que el castillo es de cartón. Para tal fabula que mejor distinción que la que aporta la realeza. No hace falta que su majestad, la infanta Cristina trabaje mucho, tan sólo que algún día se pase por la sede central y le podamos hacer una foto, eso sí, su regio nombre lo explotaremos con la alcurnia que se merece como directora del Área Social. Aparte de su sueldo, por los servicios prestados, le otorgaremos un préstamo como empleada distinguida del que solo tendrá que pagar algo así como 17.000 euros mensuales. Poca cosa. Antes de entrar en detalle del trabajo asignado a la señora Urdangarin sería conveniente un recordatorio de la semejanza del socio de Urdangarin, Diego Torres, con el que se proclamó “embajador de la Casa Real española” Manuel Prado Colón de Carbajal inventor el mailing monárquico para aplicar sablazos de alta alcurnia. Ver post Se aparta a Urdangarin por “conducta poco ejemplar”¿Y la del Rey?: Averígualo por ti mismo Las cosas cambian y la nueva generación real se moderniza.
El sumario que dilucida las operaciones del Duque de Palma revela que instituciones públicas y más de 30 de las principales empresas españolas pasaron por la caja del Instituto Nóos. Dejando al margen el dinero público que proviene de los convenios con la Generalitat Valenciana, Baleares y la Generalitat de Catalunya, y gracias a la mera presencia del Duque de Palma, el Instituto Nóos ingresó entre 2004 y 2008 la bonita cantidad de 4.183.919 euros de empresas privadas. Al final del post hay una relación detallada de las mismas. La facilidad con la que los responsables de instituciones públicas o de las principales empresas del país pagaban cantidades millonarias por informes fantasmas, búsquedas de patrocinios dudosos, organización de eventos que nunca se llevaban a cabo, o remendones y toscos estudios, pone de manifiesto lo extendida que esta la corrupción. En este país es delito, al máximo nivel, el impuesto revolucionario de ETA, pero el impuesto de alta alcurnia, como el practicado por Urdangarin transmitiendo el mensaje subliminal de lo conveniente que resulta suscribir un póliza de seguro contra incendio de sociedades que tiene mucho que callar es bueno para todos, las grandes empresas campan a sus anchas y la realeza se lleva su parte. Una forma regia se disimular la extorsión.
Creo sinceramente que a estos chicos los engañan. Desde luego algo tienen que hacer en la vida y siempre hay alguien que está a la caza del prestigio que ostentan. Para el Duque de Palma el espabilado de Diego Torres es el que le monta el chiringuito de la recaudación del impuesto de alta alcurnia de Corleone Seguros Contraincendios y para la infanta Cristina son los espabilados de la Caixa, que sólo les interesa su abolengo, que la solicitan para cubrir la engañifa de la Obra Social. Este es el origen del lío que están metidos los duques, están mal asesorados y no saben donde se meten. Ostentar la dirección del Área Social de la Caixa mientras las cosas se han ido sosteniendo nadie se ha puesto en ello, pero los cambios habidos en la transformación en Caixabank dejan a la obra social en una entelequia.
Tratare de explicarlo de la forma más simplificada posible. Los criterios que rigen la distribución de los beneficios para la obra social de las cajas de ahorro son todo un misterio. La legislación aplicable, a la que tanto las cajas como el Banco de España como incluso los políticos se refieren con vehemencia, no especifica en absoluto qué criterios debe seguir la caja para decidir la distribución del porcentaje de beneficios destinados a obra social. La única disposición clara a lo largo y ancho de la legislación únicamente les obliga a destinar un mínimo del 50% de sus beneficios a reservas legales. Esta norma, impuesta por el Banco de España, nada dice sobre los criterios para distribuir el sobrante ni impone un mínimo a destinar a obra social. Ni remite a ninguna otra norma que especifique dichos criterios. Así, la primera decisión de los órganos de administración de las cajas es determinar que porcentaje se destina a reservas legales, quedando el restante para obra social. Si la obra social ya era una entelequia ahora con la transformación en banco ha cruzado la frontera de la irrealidad.
Veamos ahora en que afecta la transformación en banco de la antigua caja de ahorros. Se divide en dos partes Caixabank y la Fundación la Caixa. Caixabank, que tiene accionistas y entre ellos está la Fundación la Caixa, se queda con el cien por cien del negocio bancario y además se queda con Criteria donde se acumulan las inversiones en Bolsa de empresas de primera línea, incluida Repsol que pronto le tocará su turno en este blog, dicho de otra manera, el jamón esta aquí. El hueso se queda en la Fundación la Caixa al asumir deuda por 8.600 millones de euros y los activos inmobiliarios que están expuestos a los impagos y a su colocación en un mercado que esta muerto. Para entendernos, toda esta representación teatral no es más que la segregación entre un banco bueno y un banco malo por mucho que lo quieran disimular a pesar de las manifestaciones del presidente Rajoy de que no esta en su programa electoral. Todo ello en un procedimiento en fragrante ilegalidad (ver post El talón de Aquiles de las cajas de ahorro: Como ajustar cuentas (1)) Nada más empezar la rodadura del negocio segregado Moody´s rebajó la calificación de solvencia de la Fundación la Caixa en dos escalones desde Aa2 hasta A1, y elevó en tres a Caixabank desde A2 hasta Aa2. Algo habrá en esta manifestación que confirma al bueno y al malo.
El tinglado, para mantener el estatus de caja de ahorros, debe mantener la misma estructura corporativa ya que sus acreedores, otros bancos y inversores extranjeros, no permiten el “alzamiento de bienes” de lo bueno para aquí y lo malo para allí. Evidentemente, como habréis acertado la obra social se queda en el lado malo: la Fundación la Caixa queda sometida a los pies de los caballos al no desempeñar ninguna actividad bancaria ya que no tiene ingresos para pagar su deuda y dependerá de la generosidad del negocio que genere Caixabank para poder cubrirla. ¿Sabe la infanta Cristina, siendo la directora del Área Social, por donde se encaminan los acontecimientos o le pasará como a su marido que no debía de estar donde no debía? Con la que se viene encima la obra social se reducirá a publicidad magnificando un Huevo de Pascua decorado por fuera y vacío por dentro. El papel de la infanta Cristina, como hada madrina, tendrá que hacer uso de su magia en la exhibición del alma de la casa convertida en huevo. Si es de tu interés conocer como se lo montan las cajas de ahorro, aunque reconvertidas, para simular que prestan un interés a la sociedad a través del alma y su razón de ser de su obra social a continuación tienes un rato de entretenimiento. Distracción, o no, lo que aquí se dice no lo vas ha encontrar en otro sitio, la mentira, difundida por los salvapatrias, se ha repetido en tantas ocasiones que hasta parece que sea verdad. Tu mismo puedes obtener criterio propio, pero si con lo dicho hay suficiente te anticipo que visten el santo y lo pasean en procesión pero a los pobres y necesitados no les llega el milagro.
Prestigiosos clientes de Corleone Seguros Contraincendios:
Según el informe de Hacienda que aparece en el sumario del caso, con independencia los de los convenios con la Generalitat Valenciana, Baleares y la Generalitat de Catalunya hay que añadir 4.183.919,24 euros de empresas privadas: 431.797,24 euros de Volkswagen Audi; 406.000 euros de Telefónica (de la que Urdangarín es consejero); 401.843,32 euros de la Sociedad General de Autores del inefable Teddy Bautista; 336.400 de la Inmobiliaia Ros Casares o 275.856,8 de Repsol YPF, 696.000 euros del C.F. Villarreal. En menores cantidades, pasaron por la caja de Nóos otras firmas privadas de lo más variado: Arcelomittal España, F. Privada Abertis, Miguel Torres, Adecco Iberia, Toyota España, Mindshare Spain, Europcar IB, Joyería Tous, Caja de Ahorros de Valencia y Castellón, Fundación Bancaja, Price Waterhouse Coopers, Industria de Diseño Textil, Iberdrola, la caja de ahorros Sa Nostra, Bioregio Cataluña, Timberland España, Parex Morteros, Mutua Intercomarcal, Air Europa, DKV Seguros y Reaseguros, Inversiones Valentum, La Baronía Golf Valencia Resort, Roig Grupo Corporativo, Valencia Beach Golf Resort, Azahar Valley Golf Valencia, y C.F. Valencia.
“Quo vadis” obra social de las cajas
Como el conejito de las pilas que nunca se agota la clase política no se agota en afirmar que todo lo hacen por el bien social pero cuando tienen la oportunidad de demostrar su verborrea la cosa ya falla. Tienen la potestad, e incluso la obligación, de impedir que continúe el descontrol en la obra social de las cajas de ahorro y resulta que son los políticos, precisamente, los principales beneficiados de la ambigüedad legal y que todo siga y siga sin agotarse por la misma senda del conejito. Se distribuyen entre ellos el pastel y logran hacerse con el control de grandes entidades sin desembolsar nada, y disponen de ellas como si fueran su coto privado. Esta situación irregular se oculta por las partes que participan y se benefician de ella. Un buen ejemplo de este misterio lo encontramos nada más que uno pretenda averiguar cuales son criterios de aplicación social de los beneficios de las cajas de ahorros. Ninguna tiene unos criterios establecidos para distribuir su obra social o no quieren informar de cuales son. Las cajas obtienen grandes beneficios fiscales, es decir, pagan menos impuestos, porque una buena parte de sus beneficios deben ser dedicados a obras sociales.
Me interesé por la forma de regulación y distribución de beneficios por lo que moví cielo y tierra. La Generalitat Cataluña y las propias cajas confirmaron que existe una normativa general muy difusa que remite a un reglamento, pero cuando solicitas este reglamento te encuentras que no existe, porque la Generalitat no se ha preocupado de elaborarlo. Lo único que puedes sacar en claro es que existe un articulo en todos los estatutos de las cajas que obliga a crear, establecer y sostener toda clase de obras sociales en beneficio de sus clientes y de la zona de actuación, sin mas detalles. No obstante las cajas de ahorro destinan estos excedentes a su libre albedrío, en los lugares y materias que creen conveniente, sin control alguno, salvo comunicarlo a la Generalitat de Cataluña. Así al menos, es como funciona la Caixa y las otras cajas en el ámbito de Cataluña.
La falta de control y la inseguridad es permanente, el dichoso reglamento no ha habido forma que se confeccione de una vez por todas y se acabe con la tentación de los políticos de convertir las cajas de ahorros en la caja B de la Comunidad Autónoma, con lo cual se han repartido favores hasta arruinarlas. Al no sacar nada en claro a través de las cajas y las instituciones públicas que las controlan apunté más alto. Dejo constancia de la respuesta que obtuve del Banco de España que merece especial atención cuando es el máximo órgano de supervisión:
“Que la materia relativa a la obra social de las cajas de ahorro domiciliadas en Cataluña queda bajo competencia de dicha Comunidad Autónoma, en ejercicio de la cual ha establecido que el Gobierno de la Generalidad desarrollara una labor orientadora en materia de obra social indicando carencias y prioridades, respetando, sin embargo, la libertad de cada caja de ahorros en cuanto a la elección de las inversiones concretas”.
En definitiva, no se puede sonsacar nada en concreto. Esta indefinición es la que ha permitido en gran parte que la importante obra social, desarrollada antaño por estas cajas, haya desaparecido, y que en su lugar se destinen esos recursos a obras culturales, lo que siempre conlleva el peligro de la arbitrariedad en la selección de obras y artistas que se patrocinan. Pero no acaban aquí la relación de actividades que hacen de las cajas algo muy distinto de lo que sobre el papel dicen ser. Tradicionalmente, se consideraban organizaciones sin ánimo de lucro que destinaban sus fondos a actividades sociales, a potenciar el crecimiento económico y el bienestar en sus lugares de implantación. A pesar de que la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) suele jactarse, en sus memorias anuales, de que “1as cajas de ahorros se han convertido en las entidades privadas que mas recursos y mas patrimonio destinan a satisfacer las demandas de la población”, la realidad es que el porcentaje de beneficios que revierten a labores sociales alcanza el 30% en los casos más generosos. ¿Qué ocurre, pues, con el 70 % restante, si oficialmente aun hablamos de entidades sin animo de lucro?
Con los números en la mano, las principales cajas de ahorros españolas destinan a obra social un porcentaje medio del 20%. El 80% restante se divide en: satisfacer los impuestos sobre sociedades (24 %) y a engrosar sus reservas (56%). La intervenida Caja de ahorros de Castilla-La Mancha es la que mayor porcentaje destinó a este concepto un 31,2 % de su beneficio; en la orilla opuesta encontramos a la Caixa Penedés, con un 8,8%. Resulta de particular interés analizar a qué distintos ámbitos destinan las cajas ese 20% de beneficios; que es lo que entienden por obra social. En las ancestrales cajas de ahorros de antaño, el principal contingente inversor se entregaba en concepto de asistencia sanitaria, pero hoy esta labor ha sido sustituida por la seguridad social pública, por lo que, las áreas de destino de los fondos de obra social son, por este orden de importancia: el área cultural, el área asistencial y el área docente. Otros ámbitos, como el sanitario, las nuevas tecnologías o la potenciación de los equipos de investigación del ámbito privado (1+D) apenas cuentan con un apoyo simbólico.
Así pues, no es difícil percatarse de que las cajas suelen dedicar mayor atención a aquellas tareas sociales que les permiten acceder al publico con mas facilidad y al mismo tiempo les sirven para fortalecer su imagen; dicho de otro modo, en numerosos casos, las campanas sociales, culturales y educativas financiadas por las cajas son, al fin y a la postre, las mejores y mas perfectas plataformas de marketing que pudieran imaginarse. Les tendría que dar vergüenza, y sobretodo cuando alardean de ayudas a discapacitados que muestran en pantalla cuando en muchas ocasiones cuesta más el anuncio publicitario que la acción que publicitan. Catalunya Caixa, la agrupación forzosa de Caixa Manresa, Caixa Tarragona y Caixa de Catalunya, intervenida por el Banco de España para evitar la quiebra, ha desplegado una machacona campaña publicitaria que a buen seguro, cuando se refiere a su obra social son nada más que frivolidades al estilo del Huevo de Pascua.
En el ámbito de la enseñanza, sobre todo la universitaria, que es a la que se destina mayor atención, y que permite a las cajas llenar buzones y carteleras de anuncios de toda suerte de cursos, posgrados o becas que casi nunca son tan gratuitos ni de tan fácil acceso como aparentan en la propaganda. La concesión de becas, cuando se ha llegado al detalle, ha recaído, en varias ocasiones, en recomendados con alto poder adquisitivo. Que duda cabe que las numerosas actividades culturales patrocinadas por las cajas son el escaparate perfecto para llenar vallas publicitarias donde exhibirse. En los últimos años se ha encendido el debate sobre la naturaleza de las cajas de ahorro. La tendencia iniciada hace varias décadas por estas entidades, derivada de su equiparación a los bancos y de la dinámica de este sector en plena expansión y globalización, se encamina hacia la desnaturalización del objeto esencial que caracteriza a las cajas de ahorro.
Desde hace algún tiempo ha cambiado incluso el discurso de los directivos de estas entidades. Antaño, la labor de las cajas se definía como obra benéfico-social, dedicando especial atención a los sectores mas necesitados, sin olvidar actividades que cubrían los déficits sociales en los sectores básicos. Hoy se omite el vocablo benéfico y únicamente se habla de obra social. Esta supresión persigue abandonar la idea de que las cajas deben promover también obras benéficas, o lo que es lo mismo, que no busquen encarecidamente un beneficio económico. E1 mejor ejemplo es la vivienda. Antes se promovía la construcción de viviendas a precios económicos accesibles a muchas familias; hoy se ha dado la vuelta a la actividad, y a lo que dedican sus esfuerzos las entidades de ahorro es a promociones de inmuebles a precios de mercado, como si se tratase de una promotora inmobiliaria privada mas, y regida por la búsqueda exacerbada del beneficio económico. No obstante esa transformación, el conjunto de las entidades, unidas en la CECA, siguen afirmando sin ningún atisbo de vergüenza que “las Cajas de Ahorros son sensibles a los problemas y expectativas de la población habida cuenta de su vocación social y vinculación territorial como marcas peculiares de su identidad, contribuyendo al bienestar de la sociedad española y participando del desarrollo socioeconómico regional mediante la asignación de recursos a la realización de actividades socioculturales”. Es un discurso de bellas palabras, bien vestido, políticamente muy correcto, pero que no va mas allá de una declaración de principios.
Como todos los contribuyentes, las cajas deben atender sus obligaciones fiscales: pagar sus impuestos. Deducidos de los beneficios estos impuestos, el sobrante debe repartirse entre las reservas y la obra benéfico-social. Es en este momento cuando se aplica el único criterio legal existente para la distribución de los excedentes de las cajas. Fija que destinen un mínimo del 50% de los excedentes líquidos (los beneficios netos una vez deducidos los impuestos) a reservas legales, y el resto a obra benéfico-social. Así, es la caja quien decide el porcentaje destina a reservas, siempre superior al 50% de los beneficios e incluso puede llegar al 100%. De este modo, es también la propia entidad la que establece el porcentaje que destina a obra benéfico-social, ya que al decidir las reservas, también esta determinando la obra social. Aparte de esto, no existe mayor obligación ni tampoco mayor control. Durante un largo periodo de tiempo, las autoridades económicas y monetarias impusieron a 1as cajas la necesidad de destinar gran parte de los beneficios a reservas para garantizar su solvencia. La consecuencia más directa de aquella decisión fue la existencia de unas reservas exageradas por encima de las necesarias para garantizar la solvencia de las entidades. Así, en ese mal reparto se perjudicó a la dotación de la obra social. Esa política sirvió de bien poco, la mala gestión de estas entidades, con políticos de por medio, las ha arruinado, Así y todo, las cajas de ahorro maquillan de manera fehaciente la legalidad. Ya no solo se sirven del abandono de cualquier referencia a lo benéfico, sino que además recurren a la confusión de las cifras. Dicen que los beneficios, “una vez cubiertas las reservas y atendidas las obligaciones fiscales, se destinan a Obra Social, que revierte a toda la sociedad para atender las demandas de la población en distintas áreas tales como la cultural, asistencial, docente, sanitaria y de investigación”. Esa explicación invierte el orden, señalando que de los beneficios se destinan a reservas y se pagan los impuestos, como si fuera ese el camino que se recorre, cuando en realidad lo primero que se debe hacer es pagar los impuestos, y el sobrante o neto se dividirá entre reservas y obra social. Esta confusión les permite decir que el retorno social son cifras que incluyen la contribución al Erario público a través de los impuestos.
Pero no solo existe una carencia legislativa sobre el porcentaje de los beneficios que deben destinarse a obra social, sino que también respecto de los criterios para determinar los sectores a que destinar dicha actividad de mecenazgo. De momento, sabemos que a obras estrictamente benéficas hoy ya no se dedica un solo euro. Esa laxitud legal derivada de la falta de una regulación que determine los criterios de distribución permite que las cajas que desentiendan de las necesidades sociales, como por ejemplo en el ámbito asistencial, para enfrentar los problemas mas graves que la crisis lleva consigo, como el creciente desempleo y la marginación social. Esa laxitud permite asimismo que quien decide no puede ser controlado y por lo tanto puede emplear esa obra social en beneficio de aquellos sectores que mas le interesen. El control que de hecho están ejerciendo los partidos políticos sobre las cajas -cada uno desde la Comunidad Autónoma donde gobierna- conlleva que la obra social beneficie los sectores, lugares y personas en que tienen interés los gobernantes, empezando, claro esta, por ellos mismos. Esa falta de control permite aplicar un criterio únicamente según el color con que se mira. Teóricamente, en el ámbito de actividades, están abordando otras nuevas necesidades sociales que atender por la obra social de las cajas, que se refieren a la protección del medio ambiente que viste y da lustre a la labor. En la práctica, esa obra social esta también dirigida con intereses políticos, en beneficio del partido de turno y para el provecho de la propia caja de ahorros, como una estrategia de marketing y promoción, ya que mas bien parece que se busque captar nuevos clientes que realizar una obra social.
Las cajas de ahorros no pueden sustituir al Estado ni a las Comunidades Autónomas en la prestación de los servicios públicos propios de estos, pues en su actividad financiera tienen que actuar bajo criterios de mercado, de tal forma que sus recursos están al servicio de la propia supervivencia de la entidad, siendo la Obra Social consecuencia directa de su naturaleza fundacional. Argumentos de este estilo es el rollo que se suelta desde estas instituciones. Aquí no se discute la gestión, de la que hay mucho que decir, sino la aplicación de los resultados que con esta excusa se destina más dinero al folklore que a ayudar a mejorar la carencia de empleos, o de vivienda. Las cajas de ahorro cuando podían haber contribuido, conforme con sus estatutos fundacionales, a aplicar sus beneficios a la obra social se escaquearon todo lo que pudieron y más, ahora en proceso de ruina la obra social, cuando más la necesitan los que debían atender, desaparecerá del mapa.
Una pequeña luminaria en la noche de la ignorancia.
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Las cajas de ahorros (Monte de Pietá) fueron constituidas por la Iglesia para que la gente tuviera acceso al crédito sin usura. Actualmente son los peores. De todas formas, no hay ningún directivo de estas cajas que sepa lo que esto representa. Aunque tendrán que pasar cuentas con Dios.
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