¿Trabajas en banca? Atento a lo que viene


A pesar de lo que te diga tu jefe, o el jefe de tu jefe, tu representante sindical, y en última instancia el ministro de Economía, o el presidente del Gobierno las fusiones anunciadas para el sector bancario no son más que regulaciones de empleo. Al igual que al capitalismo se le llama economía de mercado a los despidos masivos son eufemísticamente camuflados como reorganización del sector. Ahora toca, cualquier viernes se dará a conocer, un festival de fusiones de entidades bancarias ¿Solucionará los problemas de los bancos tanto matrimonio de conveniencia? Nada de nada. Promover las fusiones va, totalmente, en contra de la ortodoxia en resolver las crisis bancarias. El diagnostico, y esto lo sabe el Banco de España, el Gobierno y toda la camarilla que pulula en las cúpulas bancarias, es de deuda, una espantosa deuda que no se puede pagar. Concentrando bancos se sigue concentrando deuda ¿Verdad que esto todo el mundo lo entiende? ¿Y la gestión? ¿Qué pasa con la gestión? Aquí es donde quería llegar, esta demostrado que no existen economías de escala en las entidades bancarias. Otra cosa muy distinta es fusionar un banco pequeño, con problemas, con otro mayor, sin ellos, que lo acoge en su estructura y lo reorganiza. Las reciente historia bancaria española esta plagada de demostraciones que así ha sido. Ahora, bancos pequeños ya no existen, han sido engullidos por peces más grandes. Una procesión de cajas de ahorro han sido devoradas por otras. Dicho de otra manera: se ha acabado con la fauna comestible. Lo que queda en el océano todo son tiburones. Entonces, las fusiones tan solo es un paripé que trata de ocultar el impacto que la crisis bancaria se carga sobre las espaldas de los empleados.

El sector necesita una cura de adelgazamiento por la glotonería de la reciente época expansiva de locura. La recesión de la economía en general y en particular el cerrojazo en la otorgación de crédito ha contraído considerablemente la actividad por lo que salta a la vista el cierre de oficinas bancarias. ¿Es políticamente correcto anunciar miles de despidos en el sector bancario? La contestación es obvia, pues entonces es mucho mejor anunciar fusiones que entre dimes y diretes los voceros del reino encontraran el encaje correspondiente en la visión extraordinaria del estadista de turno, lo bien que lo hace y lo bueno que es para todos nosotros. Convendría explicarlo echando la vista atrás, sin olvidar que todo lo hecho corresponde a unos años con una situación completamente diferente. Vamos a ello. El adelgazamiento de plantillas del sector bancario se ha hecho a la chita callando. El silencio espeso que rodeó a los planes de reciclado de empleados en activo en jubilados ociosos, fue, precisamente, el necesario para ocultar que socialmente no beneficiaba a nadie. Los miles de trabajadores que se vieron afectados por estos planes estaban atrapados en un entorno que no era demasiado proclive a mostrar discrepancias. En este contexto se fueron aligerando las plantillas con un costo para la Seguridad Social. Hoy por hoy la Seguridad Social esta en déficit y las alegrías del pasado no son posibles.

La concentración bancaria, rabiosamente aplaudida por todos los medios de comunicación, y la clase política en general, es, y ha sido, tímidamente esbozada por los sindicatos. Todo ha quedado en la presunción de que las fusiones bancarias no afectaran a la libre competencia de los servicios que prestan. Sorprende que a nadie le pareció interesar que un tercio de toda la plantilla laboral del sector bancario dejara “voluntariamente» o por prejubilación forzosa su puesto de trabajo. La cara oscura de las concentraciones y fusiones bancarias pasó sigilosamente y medio oculta a la vista de la ciudadanía, que en el fondo es quien las ha sufragando. Con independencia de la voluntariedad o no de los empleados del sector bancario a causar baja de su puesto de trabajo, las entidades financieras emprendieron la caza del disidente. Es tachado de disidente, cualquier empleado que ocupe un puesto de trabajo en vías de extinción previsto en los planes de adelgazamiento de la plantilla. Pero la mayor motivación para ser tachado de disidente, es todo aquel empleado que ingresó en la plantilla con anterioridad a 1980. Hasta esta fecha los empleados de banca tenían reconocido por convenio colectivo, el derecho de percibir un complemento de pensiones, que se ingresaba en la propia entidad.

La legislación española hace una excepción con el sector bancario, al que no obliga a externalizar los fondos de pensiones de sus trabajadores, como ocurre con el resto de sectores productivos. Basadas en esta excepcional concesión, las entidades financieras disfrutan de una hegemonía sin igual respecto a sus empleados. Tienen en sus manos la llave de la caja que custodia el fondo constituido por cada trabajador, por lo que la abren y cierran a su capricho. Las premisas para que los empleados del sector bancario puedan rescatar del fondo de pensiones las cuantías que les corresponden están tasadas en que se produzca la jubilación por razón de edad, el fallecimiento o la baja por incapacidad laboral. A1 margen de estas circunstancias las entidades financieras bloquean la percepción del fondo. Consecuentemente se genera una división de la plantilla, los empleados incorporados con anterioridad al año 1980 y los que se incorporaron después de este. Esta división de la plantilla incentivó a la entidades financieras a incluir en las listas de prejubilación a los empleados teóricamente mas jóvenes (incorporados con posterioridad a 1980) al no afectarles el fondo de pensiones la indemnización es menor, así como, por la antigüedad en el puesto de trabajo. La menor edad en la prejubilación hizo que fuera la Seguridad Social la que tuvo que soportar mayores años de retribución por jubilación. En definitiva, fueron los fondos de la Seguridad Social los que soportaron el mayor peso del despido encubierto de jubilación anticipada.

En una situación tan complicada como en la actual es de esperar alguna argucia por parte de las entidades financieras. Es posible que sucumban a la tentación de aplicar a la casta de empleados: los que por razones de convenio colectivo se les acredita un fondo de pensiones, una sobredosis de garrotazo. A este colectivo de empleados, sale más a cuenta el despido improcedente que el pacto por prejubilación. La media del fondo de pensiones individual de estos empleados puede oscilar entre los 48.000 y 70.000 euros en función de las distintas categorías laborales, y este se pierde al no cumplir las premisas establecidas de no llegar a la edad de jubilación en activo en la entidad. No es de extrañar que, bajo estas pautas impuestas por los bancos a sus empleados, el exterminio de los puestos de trabajo fuera silencioso. En el reciente pasado la media de edad de la plantilla rondó los 54 años de edad, por lo que muchos de los prejubilados estaban lejos de la proximidad de la jubilación natural. Habría que preguntarse si la necesaria adecuación de la plantilla por el mero hecho de la fusión entre los dos bancos, tendría que tener un coste para las arcas públicas del Estado. Es la confirmación que mientras los beneficios de estas entidades son privados, los costes referidos al adelgazamiento de la plantilla tuvieron un componente público.

Las grandes empresas del país, entre ellas la banca, han sido las que han nutrido a la Seguridad Social de la carga de empleados reciclados que ha contribuido a su descapitalización con cargamentos sigilosos de prejubilados. Las pequeñas y medianas empresas del país han tenido que soportar con sus cotizaciones a la Seguridad Social, las veleidades de los bancos cuya cuenta de resultados no hizo más que crecer año a año a un ritmo frenético de mas del 20% sobre el ejercicio anterior. Dejo para el final mi opinión: los despidos en el sector de la banca, aunque masivos, tendrán un tratamiento convencional a semejanza del resto de empleados del país, es decir, indemnización por años trabajados y paro establecido. Se ha acabado el eufemismo de prejubilación con cargo a la Seguridad Social. Es del todo imposible, en el momento actual, aplicar las formulas del pasado. Cuando el presidente Mariano Rajoy aseguró que presentaría un plan de reconversión para el sector bancario que conduciría “al saneamiento de las entidades financieras, a su transparencia y a un nuevo proceso de fusiones de entidades” le faltó decir que el plan era mágico, dos cojos no hacen un atleta, dos deudas no hacen media deuda y así hasta el infinito. El saneamiento a parte de contable es estructural: la reducción de plantilla es la vía rápida del plan de dieta que aguarda a la reorganización del sector a pesar de que se engalane el muñeco con la fusión de entidades.

Hablando de empleados, quizás no hay mejor momento para que os presente a her director de la oficina bancaria de la esquina que de tanto en tanto irá apareciendo en algún post y lo encontraras domiciliado en la barra del blog.

Acerca de ataquealpoder

Periodista y escritor.
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2 respuestas a ¿Trabajas en banca? Atento a lo que viene

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